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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pregunta: ¿Con qué debiera ocuparse la mente?

KRISHNAMURTI: He aquí un muy buen ejemplo de cómo se hace surgir el conflicto: el conflicto entre lo que debiera ser y lo que es. Primero establecemos lo que debiera ser, el ideal y luego tratamos de vivir de acuerdo con ese ideal. Decimos que la mente debiera ocuparse con cosas nobles, con la abnegación, con la generosidad, con la bondad, con el amor. Eso es el ideal, la creencia, lo que “debiera ser”; lo que “tiene que ser”, y tratamos de vivir en conformidad con eso. Se pone, pues, en movimiento un conflicto entre la proyección de lo que debiera ser y la realidad, lo que es; y a través de ese conflicto esperamos transformarnos. Mientras estemos en lucha con el “debiera ser”, nos sentimos virtuosos, nos sentimos buenos. ¿Pero qué es lo importante, el “debiera ser” o lo que es? ¿Con qué se ocupa nuestra mente en realidad, no de un modo ideológico? Con trivialidades, ¿no es así? Con nuestra apariencia personal, con la ambición, la codicia, la envidia, la murmuración, la crueldad. La mente vive en un mundo de trivialidades; y una mente trivial que crea un noble modelo sigue siendo trivial, ¿verdad? No se trata, pues, de saber con qué la mente debiera ocuparse, sino esto: ¿puede la mente libertarse de las trivialidades? Por poco que nos demos cuenta, por poco que nos exploremos, conocemos nuestras propias trivialidades: charla incesante, eterna locuacidad de la mente, preocupación, ansiedad por esto o por aquello, curiosidad acerca de lo que la gente hace o no hace, intento de lograr un resultado, busca a tientas del propio engrandecimiento, y así sucesivamente. Con eso nos ocupamos, y lo sabemos muy bien. ¿Y eso puede ser transformado? Ese es el problema, ¿verdad? Preguntar con qué la mente debiera ocuparse, no es otra cosa que falta de madurez.
Ahora bien, dándome cuenta de que mi mente es trivial y que se ocupa con trivialidades, ¿puede ella libertarse de esta condición? ¿Acaso la mente no es trivial por su propia naturaleza? ¿Qué es la mente, sino el resultado de la memoria? ¿Memoria de qué? De cómo sobrevivir, no sólo física sino psicológicamente mediante el desarrollo de ciertas cualidades y virtudes, el acopio de experiencias, de reafirmación de sí misma en sus propias actividades. ¿No es trivial eso? Siendo el resultado de la memoria, del tiempo, la mente en sí es trivial; ¿y qué puede hacer para libertarse de su propia trivialidad? ¿Puede hacer algo? Ved, por favor, la importancia de esto. ¿Puede la mente, que es actividad egocéntrica, libertarse de esa actividad? Es obvio que no lo puede; cualquier cosa que haga, sigue siendo trivial. Puede especular acerca de Dios, puede idear sistemas políticos, puede inventar creencias; pero sigue estando en el ámbito del tiempo, su cambio sigue siendo de recuerdo en recuerdo, continúa atada por su propia limitación. ¿Y puede la mente terminar con esa limitación? ¿O esa limitación desaparece cuando la mente está serena, cuando no está activa, cuando reconoce sus propias trivialidades, por grandes que las haya imaginado? Cuando la mente, habiendo visto sus trivialidades, se da plena cuenta de ellas y por lo tanto se aquieta realmente, sólo entonces existe una posibilidad de que esas trivialidades desaparezcan. Pero mientras preguntéis con qué la mente debiera ocuparse, ella estará ocupada con trivialidades, sea que construya una iglesia, que se dedique a la oración o visite un santuario. La mente en sí es mezquina, pequeña, y con sólo decir que es mezquina no habéis disuelto su mezquindad, su pequeñez. Tenéis que comprenderla, la mente tiene que reconocer sus propias actividades; y en el proceso de ese reconocimiento, en la alerta percepción de las trivialidades que consciente o inconscientemente ella ha cimentado, la mente se aquieta. En esa quietud hay un estado creador, y éste es el factor que trae una transformación.

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