CoNtAnDo: No La ViDa VeRdAdErA, SiNo La ImAgInArIa... S.


jueves, 25 de marzo de 2010

La Naturaleza de la Creación

La materia no existe tal cual la concebimos habitualmente, mas sí existe en la forma de una ilusión cósmica; y para disipar esta ilusión, se requiere de un método definido. Así como es imposible sanar a un hombre adicto a los estupefacientes en un solo instante, así también la conciencia material, que domina al hombre a través de la ley de la ilusión, no puede ser superada sino por medio del aprendizaje y la aplicación de la ley opuesta, es decir, la ley de la verdad.
A través de una serie de procesos de condensación, el Espíritu se transformó en materia; de aquí que la materia proceda del Espíritu, y no pueda por lo tanto diferir de su origen. La materia es una expresión parcial del Espíritu, en la cual lo Infinito se manifiesta como finito, lo Ilimitado como limitado. Más, puesto que la materia no es sino una manifestación ilusoria del Espíritu, ésta no Existe per se.

Conciencia y Materia

Al comienzo de la creación, el Espíritu -inmanifestado hasta entonces- se proyectó en la forma de dos naturalezas diferentes: conciencia y materia. Estas son las dos expresiones vibratorias del único Espíritu trascendental, siendo la conciencia una vibración más sutil y la materia una vibración más burda de Él.
La conciencia es la vibración del aspecto subjetivo del Espíritu, y la materia es la vibración de su aspecto objetivo. El Espíritu, como Conciencia Cósmica, es potencialmente inmanente en la materia vibratoria objetiva; y, en su aspecto subjetivo, se manifiesta como la conciencia presente en todas las formas creadas, alcanzando su máxima expresión en la mente humana y en las innumerables ramificaciones de los procesos reflexivos, emotivos, volitivos e imaginativos de ésta.
La diferencia entre Espíritu y materia yace en la realidad de las vibraciones de ambos; as decir, se trata de una diferencia de grado, mas no de especie. El siguiente ejemplo ilustrará mejor este hecho: Aun cuando todas las vibraciones son cualitativamente semejantes, al oído humano sólo es capaz de percibir las vibraciones más burdas, aquellas que oscilan entre los límites de dieciséis y veinte mil ciclos por segundo; vibraciones de menos de dieciséis y más de veinte mil ciclos por segundo son generalmente inaudibles. No existe ninguna diferencia esencial entre las vibraciones audibles e inaudibles, aun cuando sí existe una diferencia relativa, de grado, entre ellas.
A través del poder de Maya – la ilusión cósmica- el Creador ha hecho que las manifestaciones materiales se presenten tan claramente diferenciadas e individualizadas ante la mente humana, que ésta no las asocia en forma alguna con el Espíritu.

El Pensamiento: La Vibración Más Sutil

Contenida en la burda vibración del cuerpo físico, se encuentra la vibración más sutil de la corriente cósmica, la energía vital; e inundando tanto el cuerpo como la energía vital misma, se encuentra la vibración todavía más refinada de la conciencia.
Las vibraciones de la conciencia son tan sutiles que no es posible detectarlas mediante instrumento físico alguno; sólo la conciencia puede aprehender a la conciencia. Los seres humanos captan las miríadas de vibraciones emitidas por las conciencias de otros seres humanos, expresadas a través de palabras, acciones, miradas, gestos, silencios, actitudes, etcétera.
Todo hombre lleva estampada en sí la marca vibratoria de su propio estado de conciencia, y emite una influencia característica tanto sobre las personas como sobre los objetos. Así por ejemplo, una habitación en la que mora un hombre determinado, se encuentra impregnada de las vibraciones de sus pensamientos. Toda persona dotada de un cierto grado de sensibilidad, será capaz de percibir nítidamente dichas vibraciones.
El ego humano --o su sentido de "Yoidad", la distorsionada imagen mortal del alma inmortal- aprehende la conciencia en Forma directa, y la materia (el cuerpo humano y todas las demás formas de la creación) en forma indirecta, a través de procesos mentales y de percepciones sensoriales. El ego está, pues, siempre consciente de su propia conciencia, más no lo está de la materia --ni siquiera del cuerpo en que él mismo habita- sino cuando fija su atención en ella. De allí que un hombre que se encuentra profundamente concentrado en un determinado tema, esté consciente de su mente, mas no así de su cuerpo.

Cuerpo y Conciencia, Creados por el Hombre en el Estado Onírico

Todas las experiencias producidas en el estado de vigilia de un hombre, pueden ser reproducidas en el estado onírico de su conciencia. Sumido en este estado, el hombre puede soñar que camina alegremente por un hermoso jardín, y de pronto se encuentra ante el cadáver de un amigo; entonces sufre, llora, le duele la cabeza, y su corazón palpita angustiosamente. O tal vez se presente súbitamente una tempestad en su sueño, y se sienta entonces mojado y frío... Más, apenas despierte, el protagonista de los sueños reirá de todas sus experiencias oníricas.
Existe alguna diferencia entre las experiencias de un hombre en el estado onírico y sus experiencias en el estado vigil?. Durante su sueño, este individuo ha experimentado la materia - manifestada en su propio cuerpo, en el de su amigo, en el jardín, etc.: y la conciencia, manifestada en sus sentimientos de gozo y de dolor. Así pues, ambas conciencias -la de la materia y la de la conciencia misma- están presentes tanto cuando el hombre sueña como cuando está despierto.
El hombre es capaz de crear materia y conciencia en un ilusorio mundo onírico. No debería, pues, serle difícil comprender el hecho de que el Espíritu, haciendo uso del poder de maya, haya creado para el hombre el mundo onírico de la "vida": una existencia consciente que es, en esencia, tan irreal - tan efímera y cambiante-- como lo son las experiencias de los sueños.

Maya o la Ilusión Cósmica

El mundo de los fenómenos opera bajo el poder de maya, la ley de la dualidad o de los estados opuestos, y es por lo tanto un mundo irreal, cuya existencia oculta la verdad de la unidad e inmutabilidad divinas. El hombre sueña, en su aspecto mortal, con las dualidades y los contrastes - con la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la felicidad y el dolor- más, cuando se despierta al fin la conciencia del alma, toda dualidad desaparece, y se reconoce a sí mismo como el eterno y bienaventurado Espíritu.

Las Necesidades de la Humanidad Extraviada

Para la desorientada humanidad, tanto la ayuda médica como la ayuda mental son importantes. Es innegable la superioridad de la mente sobre el poder de los medios terapéuticos materiales, más la acción de los alimentos, las hierbas medicinales y las drogas, aunque más limitada, es también innegable. Al hacer uso de métodos mentales para obtener la salud, no es necesario desdeñar totalmente los sistemas físicos de curación, ya que estos últimos son el resultado de la investigación de las leyes físicas de Dios.
Mientras exista en el hombre la conciencia material de su cuerpo, éste no debería desdeñar totalmente el uso de las drogas curativas. Más, tan pronto como su comprensión del origen inmaterial del cuerpo aumente en el grado suficiente, su fe en el poder terapéutico de los medicamentos desaparecerá, ya que comprenderá que toda enfermedad tiene su raíz en la mente.

La Sabiduría: Suprema Terapia Purificadora

Mi maestro, Sri Yukteswar, jamás afirmó que los medicamentos fuesen inútiles. Y, sin embargo, entrenó a sus discípulos en forma al que, habiendo expandido sus conciencias, cuando caían enfermos muchos de ellos empleaban exclusivamente el poder mental para sanarse. El maestro solfa afirma: "La sabiduría constituye la suprema terapia purificadora".
Existen individuos, tanto en el Occidente como en Oriente, que niegan en forma fanática la existencia de la materia, aun cuando ellos mismos se encuentran todavía dominados por la conciencia corporal hasta el extremo de sentirse desfallecer cuando se ven privados de una sola de sus comidas habituales.
Cuando nos encontramos en aquel estado de realización en el cual cuerpo y mente, vida y muerte, salud y enfermedad, nos parecen fenómenos igualmente ilusorios, solamente entonces nos es lícito afirmar que no creemos en la existencia de la materia.

Conciencia Humana y Conciencia divina

A través de maya - y de su consecuencia, la ignorancia del hombre con respecto a su propia alma- la conciencia humana se encuentra aislada de la Conciencia Cósmica. La mente humana está sujeta a los cambios y a las limitaciones, mas la Conciencia Cósmica está libre de toda restricción, y jamás se compromete en las experiencias de la dualidad: las experiencias de vida y muerte, salud y enfermedad, efímeros dolores y alegrías, etc. Siempre impera en la mente divina una inmutable percepción de la felicidad suprema.
El proceso de liberación de la conciencia humana se desarrolla a través del entrenamiento por medio del estudio, las afirmaciones, la concentración y la meditación. Este entrenamiento nos enseña a retraer nuestra atención de las vibraciones del burdo cuerpo y de las incesantes fluctuaciones de los pensamientos y emociones, capacitándonos para percibir las vibraciones más sutiles y estables de la energía vital y de los estados mentales superiores.

Confiad en el Divino Poder que Yace en Vuestro Interior

Las personas dotadas de una intensa conciencia material, es decir, quienes acostumbran identificar su "ser" con el cuerpo físico, deben ser guiadas paulatinamente, a fin de que aprendan a depender cada vez menos de los medicamentos y de la ayuda externa en general, y a confiar más y más en el divino poder que mora en su propio interior

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