CoNtAnDo: No La ViDa VeRdAdErA, SiNo La ImAgInArIa... S.


martes, 19 de enero de 2010

El silencio

El silencio es lo màs sonoro que puede haber. El silencio no es la ausencia de ruidos, ni el huir de una ciudad llena de tumultos, claxonazos, vociferaciones; porque el silencio no es escape, sino encuentro. No trata de lo exterior sino de lo interior. El silencio nos envuelve con su sonoridad, hace que resonemos al unìsono con èl o como si fuèramos el eco de una palabra no pronunciada, pero existente, presente, aunque nunca percibida.

El silencio cuando es acogido resuena, resuena alto, grita dentro, cuestiona al exigir respuesta; por eso se vuelve poco invitado, es incòmodo. Se prefiere el barullo de cualquier tipo, pero nunca el silencio. Hemos aprendido a hacer muchos sonidos, necesitamos sonidos y ruido para que nos entre el miedo. Pareciera que el sonido, y màs si es conocido, exorciza el miedo; aunque la mayoria de las veces, sonemos a hueco, a sonido vacìo, sonido sin sentido, sonido parido por la angustia, màs que creado.

Y corremos a buscar un lugar donde nadie nos moleste, un rincòn, sin saber que ya no hay rincones, porque todo es redondo, y el pròjimo està por todos lados: en lo alto de las cimas, o en lo profundo de las grietas nos encontramos con alguna huella humana, basura, imagen, letrero que "nos hace ruido". Perseguimos al silencio, pagamos viajes al desierto sòlo para torturarnos al ver tanta sequìa y retorcernos ante tanta comercializaciòn y consumo, allì donde esperàbamos paz y cero voces.

Porque al silencio hay que invitarlo, hay que llamarlo y tratarlo como a todo un invitado: con respeto, gracia, sencillez, y abrirle las puertas de nuestra casa, de nuestro ser, y acunarlo en nuestro corazòn para que èl se vaya presentando y nos vaya platicando. Es èl, que sin prisas irà pacificàndonos aùn en medio de las màs increìbles circunsancias aparentemente incompatibles con su presencia.

El silencio es un amigo que sòlo pide disposiciòn, y como buen amigo, hay que tener con èl las actitudes que èl nos tenga: hay quien ya " se lleva de cuates" con èl porque lo invita frecuentemente; y hay quien aprende apenas a hacerlo amigo; hay quien timidamente lo invita, y èl tambièn es tìmido en reciprocidad. Por tanto, si queremos que se vuelva amigo, hay que empezar por ser nosotros amigos de èl, invitarlo presentarnos, atenderlo.

Hay veces que viene con su amiga soledad, o su amiga paz, o su amigo reflexiòn, en fin... tiene varios amig@s, tod@s con su mismo estilo de fineza, de delicadeza, de exigencia. Otras veces llega solo y ahì se queda, inquietàndonos. Y si esperamos paciente y disciplinadamente, poco a poco nos empezarà a hablar, a expresarse y a volverse una sensaciòn reverberante que nos irà llenando plena y existencialmente, hacièndonos pasar a otra dimensiòn màs profunda donde no son voces en sordina, sino bullicios del Espìritu comunicàdose en constelaciones màs alla del tiempo, llevàndonos a una comuniòn con la natiraleza entera.

EL SILENCIO: Todo un proceso para escucharnos
                         Toda una disposiciòn para la captaciòn profunda
                         Toda una exigencia ante el misterio
                        

No hay comentarios:

Publicar un comentario