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sábado, 2 de abril de 2011

El neoplatonismo (EL MUNDO DE SOFIA p.164-167)

Hemos visto cómo tanto los cínicos, como los estoicos y los
epicúreos tenían sus raíces en Sócrates. También recurrieron a
presocráticos como Heráclito y Demócrito. La corriente filosófica
más destacable de la Antigüedad estaba inspirada, sobre todo, en
la teoría de las Ideas. A esta corriente la llamamos neoplatonismo.
El neoplatónico más importante fue Plotino (205-270 d. de C.),
que estudió filosofía en Alejandría, pero que luego se fue a vivir
a Roma. Merece la pena tener en cuenta que venía de Alejandría,
ciudad que ya durante cien años había sido el gran lugar de
encuentro entre la filosofía griega y la mística orientalista.
Plotino se llevó a Roma una teoría sobre la salvación que se
convertiría en una seria competidora del cristianismo, cuando
éste empezara a dejarse notar. Sin embargo, el neoplatonismo
también ejercería una fuerte influencia sobre la teología cristiana.
Te acordarás de la teoría de las Ideas de Platón, Sofía. Recuerda
que él distinguía entre el mundo de los sentidos y el mundo de
las Ideas, introduciendo así una clara distinción entre el alma y el
cuerpo del ser humano. El ser humano es, según él, un ser dual.
Nuestro cuerpo consta de tierra y polvo como todo lo demás
perteneciente al mundo de los sentidos, pero también tenemos
un alma inmortal. Esta idea había sido muy conocida y extendida
entre muchos griegos bastante antes de Platón. Plotino, por su
parte, conocía ideas parecidas provenientes de Asia.
Plotino pensaba que el mundo está en tensión entre dos polos.
En un extremo se encuentra la luz divina, que él llama «Uno».
Otras veces la llama «Dios». En el otro extremo está la oscuridad
total, a donde no llega nada de la luz del Uno. Ahora bien, el
punto clave de Plotino es que esta oscuridad, en realidad, no
tiene existencia alguna. Se trata simplemente de una ausencia de
luz, es algo que no es. Lo único que existe es Dios o el Uno; y de
la misma manera que una fuente de luz se va perdiendo
gradualmente en la oscuridad, existe en algún sitio un límite
donde ya no llegan los rayos de la luz divina.
Según Plotino el alma está iluminada por la luz del Uno, y la
materia es la oscuridad, que en realidad no tiene existencia
alguna. Pero también las formas de la naturaleza tienen un débil
resplandor del Uno.
Imagínate una gran hoguera en la noche, querida Sofía. De esta
hoguera saltan chispas en todas las direcciones. La noche queda
iluminada en un gran radio alrededor de la hoguera; también a
una distancia de varios kilómetros se verá la débil luz de una
hoguera en la lejanía. Si nos alejamos aún más sólo veremos un
minúsculo puntito luminoso como una tenue linterna en la noche.
Y si continuáramos alejándonos de la hoguera, la luz ya no nos
llegaría. En algún lugar se pierden los rayos luminosos en la
noche, y cuando está totalmente oscuro no vemos nada. Entonces
no hay ni sombras ni contornos.
Imagínate que la realidad es una hoguera como la que hemos
descrito. Lo que arde es lo Uno, y la oscuridad de fuera es esa
materia fría de la que están hechos los seres humanos y los
animales. Más cerca de Dios están las Ideas eternas, que son las
formas originarias de todas las criaturas. Ante todo, es el alma
del ser humano lo que es una «chispa de la hoguera», pero
también por todas partes en la naturaleza brilla algo de la luz
divina. La vemos en todos los seres vivos, incluso una rosa o una
campanilla tienen ese resplandor divino. Más lejos del Dios vivo
está la tierra, el agua y la piedra.
Digo que hay algo de misterio divino en todo lo que existe. Lo
vemos brillar en un girasol o en una amapola. Y también
intuimos algo del inescrutable misterio cuando vemos a una
mariposa levantar el vuelo desde una rama, o a un pez dorado
que nada en su pecera. Pero donde más cerca de Dios podemos
estar es en nuestra propia alma. Sólo allí podemos unirnos con el
gran misterio de la vida. En muy raros momentos podemos
incluso llegar a sentir que nosotros mismos somos el misterio
divino.
Las metáforas utilizadas por Plotino recuerdan al mito de la
caverna de Platón. Cuanto más nos acercamos a la entrada de la
caverna, más nos acercamos a todo aquello de lo que precede lo
que existe. Pero al contrario de la clara bipartición de Platón de la
realidad, las ideas de Plotino están caracterizadas por la unidad.
Todo es Uno, porque todo es Dios. Incluso las sombras al fondo
de la caverna tienen un tenue resplandor del Uno.
Alguna vez en su vida Plotino tuvo la experiencia de ver su alma
fundirse con Dios. A eso lo solemos llamar una experiencia
mística. Plotino no es el único que ha tenido esa experiencia. En
todos los tiempos y en todas las culturas ha habido personas
que han relatado tales experiencias. A lo mejor las describen de
distinta forma, pero también se repiten muchos rasgos
importantes en las descripciones. Veamos algunos de estos
rasgos comunes.

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